viernes, 30 de diciembre de 2011

FELIÇ 2012


 Me lo he propuesto y no desistiré bruixeta meva,,,, amoR meu,,,, el mes gran i millor tresor que podia tenir,,,,

perque TESTIMO



Sempre teu

SiR

viernes, 23 de diciembre de 2011

BON NADAL = FELIZ NAVIDAD






Te espero así amoR meu
mmmmmmmmmmmmmmmmm

TESTIMO

bruixeta,,,,amant,,,,sumisa,,,,
el meu unic,,,,gran i millor tresor

Sempre teu

SiR

martes, 20 de diciembre de 2011

Per tu amoR meu,,,,

Un poema encerrado dentro de un poema

dejando los corazones abrazados en unas letrasa través de las hojas caidas y en la luna más bellaen una historia de amor que atravesó la niebla.
Besos colgados en lo alto de una noche tan negra,
donde una melodía suena en el tiempo de los tiempos,
susurrando en nuestras manos mil y un sentimiento
en un abrazo y en un beso eterno en las estrellas.


Y el agua sigue cayendo sin mojar nuestra alma
en mil brillos de colores, en mil besos rotos
saboreando el aire salino del mar que nos empapa,
jugando con olas encrestadas y con caracolas grises.


Guardando en cada una de ellas el brillo de nuestros ojos,
en esta historia incompleta que se ha formado en la niebla
cuando quedó la última hoja de otoño resistiendose a caer
tocando los primeros pétalos abiertos de otra época.


Melodía de otoño en nuestros corazones encerrados en el verso,abriendo cuarenta mil pasos allá en la lejanìa del universo guardando entre mil llaves todos los secretos y recuerdos donde empieza a humear el olvido, entre notas de color sepia.




Disfrutalo mi amoR
TESTIMO i TESTIMARE sempre


SiR

martes, 13 de diciembre de 2011

SUEÑOS Y DESEOS



Mi sueño,,,, TÚ,,,,  amoR meu


Mi deseo,,,, TÚ,,,, buixeta meva,,,, el meu gran tresor,,,,




TESTIMO amb tot el meu cor
Sempre teu
SiR

sábado, 10 de diciembre de 2011

La perra del cuarto oscuro

Si se cliclea encima del título o del nombre del autor vas a su página.Un relato muy excitante,,,, morboso .Como lo he vivido y disfrutado me ha parecido interesante transportarlo aquí para vuestra lectura.


La perra del cuarto oscuro


Se lo había hecho notar a mi esclava en la barra del bar: -“Detrás de ti, hay una mujer que me gusta, su cara me dice mucho, estoy seguro de que es una perra”.

Observé a esta mujer durante un rato, era atractiva de entre 35 o 40 años, parecía estar sola pero luego apareció un tipo que podía ser su pareja o acompañante. Este hombre no le pegaba nada a aquella mujer, de apariencia más joven, daba la impresión de estar poco interesado en ella y andaba de aquí para allá a la búsqueda de otras posibilidades.

La noche había sido para nosotros entretenida. Procuramos que lo sea cada vez que acudimos a un lugar de ambiente liberal, aunque no siempre con los resultados apetecidos. Resulta curioso como hay gente que acude a sitios de ambiente liberal sin haberse liberado previamente de prejuicios y tabúes. Si lo pienso puedo entenderlo, pero es que no quiero pensar cuando las cosas pueden hacerse libremente y con gusto, en el fondo todo es más sencillo de cómo a veces lo hacemos. Quizás ese quiero y no puedo, que les hace ir a sitios donde luego no comparten lo que allí se practica, sea un tipo de perversión que aún no conozco a fondo; sí, quizás sea eso.

Al final nos decidimos por acercarnos al cuarto oscuro, que en realidad no lo es tanto porque la luz de una sala contigua se filtra por lo huecos practicados en la pared que permiten satisfacer el placer de mirar, haciendo que el ambiente sea lo suficientemente anónimo e íntimo pero permitiendo cierto grado de visibilidad una vez que las retinas se han adaptado.
El lugar estaba lleno de gente. Nos detuvimos en la puerta porque en ese momento no se podía avanzar. La mezcla de olores compuesta de perfumes, sudor y sexo tenía como banda sonora los gemidos que, en distintos tonos, llegaban de todos los rincones de la sala.

Cuando los ojos se hicieron a la penumbra comenzamos a percibir las formas de los cuerpos enredados unos con otros. Parecía que todos los hombres y mujeres que había en esa sala formaban un solo grupo donde las manos iban de un cuerpo a otro, las bocas se exploraban o alcanzaban un pecho, una polla o cualquier otra parte de un cuerpo que lamer.

Una pareja abandonó la estancia, tuvimos que movernos para dejarles pasar. En ese momento pareció que se hacía un reajuste de espacios en el interior y aprovechamos para situarnos. Entonces la vi. Justo al lado de la puerta, pegada a la pared estaba la mujer que me había llamado la atención horas antes en la barra del bar. Un hombre la sobaba y, a su lado, estaba el tipo que supuse era pareja o acompañante de aquella mujer, entretenido en meter mano a otra.

Indiqué a mi esclava que se situase junto a la mujer, yo me acerqué a ella. El hombre que la sobaba parecía estar masturbándola, alargué mi brazo hasta tocar el rostro de la mujer con mis dedos, la acaricié y busqué sus labios. Entreabrió su boca y le metí un par de dedos que ella lamió, entonces me miró. Saqué los dedos de su boca y pasé mi mano por su nuca atrayéndola hasta que mis labios encontraron los suyos, su boca recibió mi lengua al tiempo que me rodeaba con sus brazos. El tipo que la tocaba recibió el mensaje y se apartó dejándome todo el espacio.
Apreté a la mujer contra la pared y seguí besando su boca, mordiendo sus labios… Indiqué a mi esclava que la tocara y, mientras le sobaba las tetas y chupaba sus pezones, yo susurraba al oído de la desconocida percibiendo por momentos como aumentaba su excitación. El hombre que acompañaba a aquella mujer vino a situarse junto a mi esclava. Empezó a tocarla de forma precipitada y ansiosa hasta que ella le indicó que fuese con más cuidado, entonces aquel hombre se marchó a otra zona de la sala.

Mis dedos exploraban el coño empapado de la desconocida. Se los metía hasta el fondo y la apretaba. Ella gemía. Luego se los sacaba y le frotaba el clítoris. Al tiempo mi lengua lamía su cuello, sus hombros…, alternando los lametazos con mordiscos.

-¿Te gusta? –Le pregunté.
-Sí.
-Eres una perra. –Le dije.
-Sí. –Respondió.
-Díme que eres una perra.
-¡Soy una perra!
-¿Vas a hacer todo lo que yo te diga?
-Sí.
-Ponte de rodillas y cómete mi polla.

Aquella mujer se arrodilló y acercó su boca a mi polla, tragándola y lamiéndola con su lengua. Alcancé a mi esclava, que permanecía a mi lado, y la besé.
-¡Mi dueño! –Dijo en ese tono de complicidad que conozco bien.
-¿Te gusta esta perra, y lo que hago con ella?
-Sí, mi dueño. Me gusta esa perra, y me gusta como la manejas.
Tiré de los brazos de aquella mujer, para que se incorporase. Cuando estuvo de pie le dije…
-Ven con nosotros.
-No puedo.
-Sí puedes, ven con nosotros.
-No puedo hacerle esto. –Dijo refiriéndose a su acompañante.
-No te preocupes, él está a lo suyo, te traeremos aquí en un rato. ¡Ven!

Pasé mi brazo por su cintura y se dejó llevar. Cogí a mi esclava de la mano y salimos los tres de aquella sala.
Avanzamos por el local, la desconocida un paso por delante, empujada por mi mano en su cintura. Mi esclava tras de mí, llevada de la mano. Llegamos a un pequeño habitáculo donde había una zona tapizada a modo de amplio sofá cama. Había una pareja tumbada e hice que la desconocida se tumbase al otro lado. Me coloqué entre ella y la pareja, dando la espalda a estos, mientras mi esclava permanecía de pié, frente a nosotros.

-Tranquila. –Dije a la mujer, mientras le pasaba un brazo bajo su cabeza.

Hice un gesto a mi esclava que se situó, agachada, entre las piernas de la desconocida, y empezó a tocarle el coño. Con la mirada me hizo saber que estaba muy mojada. Poco a poco, y con la destreza de quien sabe lo que hace, mi esclava fue metiendo todos sus dedos en el coño de aquella mujer, hasta que introdujo toda su mano. La desconocida gemía cada vez más, suspiraba, intentaba retorcerse pero yo la mantenía en la posición que deseábamos. La tranquilizaba y al tiempo la excitaba susurrándole al oído. De tanto en tanto la besaba y ella respondía con su boca abierta y su lengua ávida.

En el rostro de mi esclava vi estaba disfrutando con lo que estaba haciendo. Su mano seguía en el interior del coño de aquella mujer, moviéndola rítmicamente; ahora despacio, ahora follándola con el puño de forma salvaje. La mujer, a mi lado, gemía de placer.
En ese momento apareció el tipo que la acompañaba, situándose junto a mi esclava.

-¡No le estarás haciendo daño! –Dijo, pero intentó meter también su mano, con la precipitación que le habíamos advertido antes, en el coño de su pareja.
-No le hago daño -respondió mi esclava-, sus gritos y gemidos no son precisamente porque lo esté pasando mal. Pero si tú metes la mano de esa forma seguro que la dañas.
Miré a mi esclava que captó de inmediato mis intenciones. Se puso de pie y arrastró consigo a aquel tipo que la siguió como lo haría un perrillo faldero. Cuando me quedé a solas con la desconocida, aunque la pareja que encontramos al llegar permanecía en el mismo lugar pendiente de lo que hacíamos, le metí mi mano en su mojado coño y la follé con fuerza. Con las arremetidas de mi puño su sexo salpicaba y empapaba mi brazo como si tuviese abierto el surtidor de una fuente. Aceleré mis movimientos y ella gemía más, casi gritaba. Entonces dejé que apretase sus muslos atrapando mi mano y mi brazo. Seguí con los movimientos, ahora decreciendo la intensidad, mientras ella gozaba de un intenso orgasmo.

Cuando dejó de hacer fuerza con sus muslos, saqué despacio mi mano empapada y acaricié su vientre. Estaba toda sudada. Su pecho subía y bajaba acompasado a su respiración. Besé sus pezones y busqué su boca.

Pasados unos minutos me incorporé e indiqué a ella que hiciera lo mismo. De la misma forma que la traje la conduje por el local, de la cintura, hasta que llegamos a la sala donde se encontraba la mazmorra. Al entrar vi como aquel hombre, la pareja de la mujer desconocida, estaba sujeto en la cruz sobre una de las paredes de la habitación. Junto a él, mi esclava jugaba con su polla erecta, dándole pequeñas palmadas con la mano. Varios hombres y mujeres, contemplaban a cierta distancia la escena.
Me acerqué a mi esclava, la besé y le pregunté si todo iba bien. Su respuesta fue que sí, que estaba controlado.
En el centro de la estancia había una especie de plinto elevado con la superficie acolchada, coloqué a la mujer con las manos apoyadas sobre él, dando la espalda a su pareja que permanecía sujeto a la cruz. Levanté el culo de aquella perra, empujando su cabeza para que la apoyase en la camilla, separé sus piernas y toqué su coño con mis dedos, seguía mojada. Le follé el coño con los dedos, gimió. Luego le metí un dedo en el culo, dos, tres… Follé su culo con los dedos y se fue dilatando y abriendo. Alterné con palmadas sobre sus nalgas, dándole cada vez más fuerte. El sonido de los palmetazos animó a dos hombres, y alguna mujer, a acercarse a la perra, y empezaron a rozarla furtiva y suavemente en los brazos y la espalda.

De nuevo la penetré en el culo con mis dedos, luego, despacio, fui moviéndolos y empujando hasta meterle la totalidad de mi mano. Los otros hombres y mujeres ya la tocaban abiertamente, ella respondía facilitando el acceso de aquellas manos a sus tetas, a su coño, o abría la boca para que la penetrara alguna polla.

Mi esclava, entre tanto, seguía jugando con el hombre que, sujeto a la cruz, no perdía detalle de lo que acontecía alrededor de su pareja. Pellizcándole los pezones, arañándole el torso con las uñas, golpeando o masturbando su polla…

Por un momento dejé a la mujer en manos de los otros que la rodearon al instante. Me acerqué a mi esclava y la hice arrodillar ante mí, poniéndole la polla ante sus ojos. La tragó con deseo y la chupó como solo ella sabe hacerlo. Le pasé un condón con el que cubrió mi verga y regresé al grupo que se había formado en torno a la perra desconocida. Aparté a un tipo que estaba tras de ella y la enculé agarrándola fuertemente de las nalgas, clavándole mis dedos, palmeándola con toda la fuerza que en ese momento podía follé su culo.

Pegados a nosotros, el resto de los presentes follaban, mamaban pollas, tocaban a la perra, la pellizcaban, la palmeaban… Gemidos, susurros, calor, sudor, algún grito, olor a sexo, orgasmos…
Mi esclava había soltado al hombre que vino hasta el grupo, me aparté y abrazó a la mujer.

-¿Estás bien? ¿Estás bien? –Preguntaba el hombre. Pero ella apenas podía responder, desmadejada y rota en esos momentos.
-Sí, estoy bien. -Alcanzó a decir ella, mientras el hombre la abrazaba y la cubría con su cuerpo.

Poco a poco, los demás se fueron apartando y saliendo de la estancia, silenciosos. También mi esclava y yo nos marchamos con una sensación que ambos compartíamos, aquel hombre, pareja o no de ella, había ido a aquel lugar con esa mujer y se había encontrado con una desconocida que le superaba en mucho y él había terminado escaldado aquella noche.
 
 Relatos Donatio
 
TESTIMO amoR meu
Sempre teu
SiR

miércoles, 7 de diciembre de 2011

POR COMPLETO ENTREGADA A MI,,,,








Tu entrega es total,,,,
Quiero esa entrega total y sin condiciones,,,,

Y es lo que me das,,,, TODA TÚ,,,,

TESTIMO,,,, TESTIMO,,,,

Ets el meu gran tresor puteta i bruixeta meva,,,,

Sempre teu amoR meu

SiR

viernes, 2 de diciembre de 2011